Odio tremendamente que sean las 3:50 de la mañana y que mi despertador vaya a sonar a las 7. Maldita costumbre de madrugar ¡cojones!
Aunque la noche creativa que he tenido no me la quite nadie (ya que ha sido maravillosa)... hoy me apetece quejarme de mi terrible dolor de cabeza. Si estoy así cuando no llego ni de lejos al cuarto de siglo... ¡oh! ¡qué terrible vida me espera!
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